miércoles, 25 de marzo de 2015

Miradas en blanco y negro

Lo siguiente es un fragmento de un libro que quiero escribir. Está narrado en primera persona por la protagonista femenina principal y por ahora no tiene título pero como tenía pensado este fragmento decidí escribirlo ya que me pareció relacionado con el 24 de Marzo, aunque por desgracia estoy subiéndolo varias horas tarde

 Me encuentro yendo hacia la parada del colectivo y el sol me pega en la cara. Una vez más me arrepiento de haber traído la campera al colegio; no importa cuánto frío haga a la mañana, a la hora de la salida siempre hace calor y tengo que llevarla en la mano.
 Llego a la Plaza San Martín donde para mi colectivo y luego de preguntarle a una señora me entero de que acaba de pasar. Lo que le faltaba a mi día, tener que estar esperando 25 minutos bajo el rayo del sol hasta que llegue el bondi; con mi suerte tal vez hasta llegue lleno y deba ir parada todo el viaje o incluso  hasta se rompa en el camino.
 Sólo quiero ir a casa, quiero que este día acabe. Una vez más me peleé con Franco el día de hoy; no me molesta cuando nos criticamos mutuamente porque sabemos que en el fondo nos queremos mucho y de hecho creo que nuestra amistad se basa en el poder decirnos las cosas a la cara y no ofendernos, en eso y en que ambos amamos la política, claro y el luchar por nuestros derechos; pero hoy fue distinto. No sólo bastaba con tener que lidiar con el dos que me había sacado en Matemática cuando necesitaba un seis para mantener mi promedio, sino que además tuve que soportar al profesor felicitando a Martina por haber progresado mucho y sacarse un nueve. Todos sabemos que le copió a Franco
pero parece que soy la única del curso a la que le molesta. Ni siquiera a Franco le molestó el haber sacado un ocho cuando sus respuestas eran exactamente las mismas que las de Martina. Aún no puedo olvidar la vez que Martina me dijo que lo del "Gatillo Fácil" existía porque "había que poner orden" No lo entiendo, ¿Por qué Fran tiene que ser así? ¿Por qué? Siempre nos poyamos mutuamente porque en muchos aspectos somos los raros del curso,  "los que siempre tienen ganas de pelear por algo", como dice el preceptor; pero cuando Franco hace estas cosas me siento sola, y abatida, y sin ganas de pelear por nada.
 Decido caminar un poco por la plaza para perder tiempo y alcanzo a ver unas imágenes que cuelgan de unas sogas en un callejón. Son las fotografías de los desaparecidos de la última dictadura militar. Hoy la profesora de Historia nos dictó unas consignas sobre ese tema y nos recomendó visitar el Archivo Provincial de la Memoria. Me doy cuenta de que nunca he ido y decido entrar.
 Comienzo a recorrer el lugar y por momentos me parece un tétrico laberinto. Se siente algo extraño en el ambiente, como si algún vestigio de todo ese dolor vivido en estas paredes pudiera aún sentirse en el aire. Pasillos angostos, muros destartalados y cuartos  diminutos, me quedo observando uno que parece una celda pero demasiado pequeña para cualquier ser humano; hay sólo una máquina de escribir y en la parded se ve reflejado un video en el que párrafos se van escribiendo letra por letra, al tiempo que de fondo se escucha el ruido de
las teclas hechas por la vieja máquina. Si la intención era que pareciera realista lo logra a la perfección. Me quedo un rato leyendo la historia que el texto ofrece y luego de un rato decido seguir viendo los demás lugares del edificio. Veo muchos rostros, muchas miradas de jóvenes que ya no están, miradas plasmadas en fotografías en blanco y negro, ojos que parecen querer contarme sus historias.
 De repente esos rostros toman color y cuerpo en mi imaginación, y escenas comienzan a llenar mi mente. Imagino un joven saliendo de la facultad, sólo se escuchan el sonido de sus pasos y el de las ramas de los árboles siendo azotadas por el viento; de un momento a otro la paz se ve interrumpida  cuando unas personas en un auto color verde lo hacen entrar a la fuerza para luego acelerar rápidamente; tan solo un momento después vuelve a reinar el silencio que es interrumpido solamente por los sonidos propios de la naturaleza y alguna risa lejana de otros estudiantes totalmente ajenos al hecho. Imagino una joven embarazada, asustada y encarcelada en este mismo cuarto verde con la pared destartalada en el que estoy parada, la idea me estremece y decido salir de donde estoy para tomar un poco de aire en el patio, pero cuando llego me encuentro con Franco sentado en uno de los bancos, como esperándome.

-Fran.. ¿Qué hacés acá?
-Supuse que podías estar acá, y de todas formas si nos estabas yo quería venir.
Me quedo un rato mirándolo y ya no quiero pelear pero no puedo evitar volver a mencionar el tem
-Sabés que no entiendo, vos le pasás las respuestas a Martina y a cambio te sentás con ella durante todo el día, en lugar de conmigo claro, pero ¿esa es la gran recompensa?
Me devuelve una sonrisa torcida y una mirada un poco culpable.
-Sabés muy bien que no es solo eso
Yo le devuelvo una mirada triste, la única que puedo darle
-¿Por qué te prestás a su juego?
-Porque soy hombre-Dice encogiéndose de hombros
-Esa es la respuesta más patética que me podías dar
-¿Cuál es el problema? Te hubiera pasado las respuestas si me las hubieras pedido
-Ese no es el punto...
-¿Entonces cuál es?
Estoy pensando en qué contestarle cuando de repente la cara de Fran me recuerda a la de una de las fotografías de los desaparecidos. Ralmente algunos de ellos no nos llevaban muchos años y empiezo a pensar en que podríamos ser ellos. Recuerdo el día que Fran y yo discutimos con la profesora de Ética por decirnos que los montoneros ponían bombas y que si les pasó lo que les pasó era porque lo merecían, recuerdo el día en que fuimos a la Marcha de la Gorra, y el día que modificamos el texto que teníamos que leer en el acto sobre el 25 de Mayo y de alguna forma nos la ingeniamos para hablar mal de los medios hegemónicos de comunicación en el discurso. Me pregunto qué sería de chicos como Fran y yo en una época como la que vivieron ellos, ¿Y si todo eso que pasó una vez volviera a ocurrir? ¿Y si uno de estos cuartos se convirtiera en mi prisión? ¿Y si nunca más pudiera ver la mirada de Fran, salvo en una triste fotografía en blanco y negro colgada en un museo como este?
Pienso en que estoy viva, en que aún puedo seguir luchando por mis sueños, discutiendo con cuantos profesores quiera, en que nunca nadie va a callarme y en que no importa lo que pase, nada es tan importante como eso.

-¿Sabés qué Fran? Creo que hoy entendí el significado de la frase "nunca más"
-¿Ah sí?- me hace una de sus caras de desconcierto tan graciosas y no me pregunta nada más
-¿Ya fuiste a la biblioteca?-Le digo-Creo que ahí tienen los libros que habían prohibido en esa época
-No todavía no
-¿Vamos?
-Por supuesto que sí, Dulce Daniela.
Estoy empezando a amar esa canción sólo por él
Nos tomamos de la mano y juntos nos vamos a la biblioteca.