jueves, 21 de mayo de 2015

Que esta noche sea eterna

 El puntero chiquito del reloj marcando las 3. Todavía el pijama sin poner. Pop pegadizo sonando en mis auriculares y la luna afuera tentándome con nunca jamás dormirme.
 Esta noche tiene olor a esperanza y a colores y en mi mente alguien está bailando.
 Desearía invitarlos a todos. A los soñadores, los desvelados, los que miran al futuro esperando que traiga algo mejor que el presente.
 Quiero reír y saltar con ellos hasta la madrugada, y que la madrugada nunca llegue.
 Vengan todos, creemos historias que nos hagan vivir de nuevo. Vengan todos, empachémonos de alegría y sueños. Vengan todos, y hagamos que esta noche sea eterna.


jueves, 7 de mayo de 2015

inagotables

llorá cuánto quieras
dejá que el mundo se desmorone
y que la tormenta te empape
pero te nunca olvides
que la lluvia son solo gotas
que los escombros son solo tierra
y que no importa lo que pase
volverás a sonreír
volverás a bailar
volverás a saltar
porque son momentos inagotables
de los que te esperan más y más

domingo, 3 de mayo de 2015

Sólo otro abrazo

 Un abrazo, eso era todo lo que ella quería. Era como si su cuerpo necesitara sentir el contacto físico con otro ser humano para cerciorarse de que realmente no se hallaba sola en este planeta. ¿Podía ser? ¿Podía ser que a pesar de todos los rostros que se cruzaba día a día, con todas esas almas caminando por las calles aún así ella estuviera sola? ¿Cómo es que todo parecía tan irreal? ¿Cómo es que ella parecía la única habitante de un planeta abandonado?
 Se encontraba todavía sentada al borde de la cama, con el pijama puesto pero inmovilizada, como si su mente y su cuerpo hubieran decidido hacer una pausa con el único objetivo de dejar los minutos correr.
 Entonces lo vio. Parado junto a la ventana. Tenía que haber entrado por ahí aunque se encontraba cerrada y no la había oído abrirse. ¿Quién era? ¿Realmente existía? Mirar su rostro le era como intentar recordar todos los detalles de un sueño; de alguna forma siempre hay muchos que faltan. Ni siquiera era capaz de decir de qué color era su cabello. Era como si no pudiera distinguirlo con claridad, y a la vez sí. Como si su rostro pudiera ser el de muchos y a la vez el de nadie que hubiera conocido antes. Pero ahí estaba, y era él. Y a la vez nadie.
 Dio unos pasos acercándose hasta donde ella estaba. Se puso de cuclillas para estar a su misma altura. La miró a los ojos y ella automáticamente bajó la vista. Entonces se acercó unos centímetros más. Entonces él abriendo sus brazos la estrechó contra su cuerpo.
 Ella lo abrazó como una niña asustada a su peluche favorito. Como si estuviera sujetando entre sus brazos la última esperanza de seguir viviendo. Las lágrimas no se hicieron esperar, dejando cada una pequeñas marquitas líquidas de angustia en la camisa de él.
-shh, shh, lo sé. Por eso vine-dijo él mientras con una mano le frotaba la espalda  como a quien se le intenta dar calor pero más despacio, y con la otra le sujetaba la cabeza acariciándole el pelo de vez en cuando.
-Todo está bien-Le aseguró él, y a medida que el líquido salado salía de sus ojos, de alguna forma la tristeza salía de su ser...
Pasó un rato y ella ya sólo era algún que otro sollozo esporádico cuando él dejó de aprisionarla en sus brazos.
-¿mejor?- susurró mientras la miraba a los ojos y frotaba sus brazos de arriba a abajo
Ella asintió, aunque su cara seguía roja e hinchada pero podía verse cierto alivio en su rostro.
-Bien, es muy tarde-dijo la voz masculina- ¿a la cama?
La voz femenina no se dejó oír. La dueña de la misma se limitó a asentir con la cabeza.
 Tomándola de las manos la ayudó a levantarse un segundo. Abrió la cama y se sercioró de dejar la sábana de abajo bien tirante, al igual que la almohada bien esponjada, lo que logró con unos ligeros golpecitos. Entonces sí, nuevamente tomándola de la mano, la incorporó dentro de la cama. La tapó con las sábanas y luego con la colcha la arropó como a una niña pequeña, cuidando que no quedara ningún lugar por donde pudiera entrarle el aire.
 Hecho esto se dispuso a marcharse. Dio un paso y justo cuando parecía que estaba yéndose sintió que una mano desesperada tiraba fuertemente de su camisa.
-no... por favor-dijo ella con una voz tan abatida como su espíritu. El simplemente volteó y le dedicó una sonrisa.
-¿Yo también?-le preguntó fingiendo desagrado, aunque una sonrisa escapaba por entre sus labios. La de ella también apareció.
-Sí-contestó animada
-Pues bien, qué remedio
 Ella se corrió hacia un costado haciéndole  espacio entre las sábanas mientras él se quitaba los zapatos. Con una graciosa caída entró en la cama de una forma que hizo que la pobre madera se quejara, haciendo que ambos rieran por unos segundos.
 Estaba justo a su lado, mirándola, estaban casi estaban rozándose. Ella estiró su pie para sentir el suyo, para ver si era cierto. Ahí estaba, todo era tan real, y tan increíble.
-Bueno mi pequeña, ahora sí, sin excusas. Hora de dormir.
-No me pidas que abandone un sueño para entrar en una pesadilla. No me pidas que acelere las horas para que ya sea de mañana.
Él pasó le ligeramente la mano por el rostro, para acomodar un mechón detrás de su oreja.
-Que el mañana sea el mañana. No lo vivas antes de tiempo. Vivamos el hoy hoy, y el mañana mañana.
-Pero yo no quiero vivir el mañana. Ni mañana ni nunca.
-Hay cosas que no podemos cambiar, mi pequeña.
-Lo sé-nuevamente ella bajó la mirada. Cualquiera hubiera dicho que era la de alguien profundamente arrepentido por algo, suplicando perdón.
-Si hubiera algo que yo pudiera hacer... si hubiera algo que pudieras pedirme, cualquier cosa... ¿qué sería?
Luego de unos segundos ella le contestó
-Sólo otro abrazo
 La tomó entre sus brazos, ella apoyó su cabeza en su pecho mientras que una mano acariciaba su cabello y otra recorría su espalda.
Y entonces, se durmió.



    Josefina Chiappe, Abrazo Azulado, 2008 
  Safet Zec, Abrazo, 1998   
                          




                  
                        
         

                                     

sábado, 2 de mayo de 2015

Por alguna razón

Por alguna razón inentendible
las palabras surgen solas                
cuando mi corazón está dolido      
y aunque al andar encuentre rosas  
relato siempre las piedras
y no las flores del camino              

pero por alguna razón inmerecida
la vida parece sonreírme
al mostrarme lo que he aprendido
no son tan duras ya mis costras
y mis heridas aunque duelan
llevo hoy con regocijo    

Por esas mismas razones
inentendibles e inmerecidas
mis piedras y rosas te mostraría
te traería aquí conmigo
te miraría y te diría "te amo"
mi querido amigo o enemigo