Se habla mucho de la felicidad. Yo aún no decido cómo definirla.
Hay quienes dicen que es un objetivo, algo que se debe alcanzar; y hay quienes dicen que es una actitud.
¿Será que alguna vez he sido feliz? ¿y bajo cuál de las dos afirmaciones?
Se habla mucho de la felicidad. Pero pocos se atreven a decir que son felices.
Yo a veces tengo miedo de nombrarla, quizás por pensar que cual pájaro puede irse, cumpliendo su doble función de volar y ser de mal agüero.
Se habla mucho de la felicidad. Yo aún no sé cómo definirla.
Pero por qué no arriesgarme a quizás falsamente catalogarme como portadora de tal título, de tal precioso adjetivo del sustantivo "felicidad".
¿Cómo estás? Feliz.
¿Por qué estaría yo feliz?
¿Es lo mismo estar feliz que ser feliz?
¿Necesito acaso la respuesta?
¿Quiero acaso filosofar sobre un concepto cuando tengo una sonrisa en mis pensamientos, unos pies que quieren danzar y una melodía pegada en el recuerdo?
En este mundo de letras tristes y canciones sórdidas, parece un pecado literario declararse feliz. Parece un desperdicio de saliva relatar un poema que no implique una catarsis de algo negativo.
Se habla mucho de la felicidad.
¿Por qué estaría mal danzar sobre los escombros de mi propio derrumbe? ¿Quién dice que no son aquellos con los que haré nuevos cimientos para mi ser? ¿Quién me priva de este baile inaugural de un nuevo momento de respiración, sangre fluyente y órganos en funcionamiento? ¿Quién me priva de ser feliz sin motivos aparentes? ¿Quién me priva de ignorar todo, quién me priva de deprimirme mañana si quiero? Si después de todo hay muchas letras y melodías con que hacer catarsis de las penas.
¿Por qué no hablar de felicidad aunque ni siquiera esté segura de lo que es?
¿Por qué no puedo decir que la tengo aunque sea por un rato, si después de todo parece que se le escapa a todo el mundo?
¿Por qué no auto proclamarme portadora de tal calificativo cuando tengo un Padre que me ama tanto?
¿Por qué estaría yo feliz? La pregunta sería: ¿Y por qué no?
