jueves, 29 de diciembre de 2016

Odio

Odio que no te importe lo que a mí me importa
Odio que sólo yo tenga que vivir con mis pensamientos
Odio que puedas vivir en paz viéndome
Y yo ni siquiera pueda vivir en paz sabiendo que no te importo
Odio tu indiferencia
Odio sentir mi cuerpo temblar en este momento
Odio sentir que mi cuerpo me odia
Odio preocuparme
Odio que me preocupe que no te preocupe lo que me preocupa
Odio no ser capaz de odiar algo sin sentirme culpable
Odio arrepentirme de tanto odio
Y odio odiar

viernes, 25 de noviembre de 2016

Jane Eyre: Amistad

DE MÁS ESTÁ DECIR QUE ESTA PUBLICACIÓN CONTIENE (INTENCIONALES O NO) ALGUNOS SPOILERS DE JANE EYRE

 "-Aunque todo el mundo te odiase, mientras tu conciencia estuviese tranquila, nunca,
créelo, te faltarían amigos." Elena a Jane.
Siento que hay unos cuantos temas que son el foco de la historia y que la rondan constantemente; podría nombrar entre ellos: Dios, el amor, la conversión, la concepción de lo que está correcto y lo que no...
Pero sólo para no explayarme mucho voy a hablar de uno en particular: la amistad; específicamente desde la relación entre Rochester y Jane.
La primer persona que notamos en la novela tratando con amabilidad y humanidad a Jane es el médico que solicitan cuando ella desmaya en casa de su tía luego de que la confinaran en el horrible cuarto rojo; y automáticamente ella al hablar de él utiliza la palabra amigo, aunque no hubiera más de unas cuantas líneas de diálogo entre ellos.
"Mientras estuvo sentado junto a mí, yo sentía la impresión de que tenía un amigo a mi lado, pero cuando salió y la puerta se cerró tras él, un gran abatimiento invadió mi corazón. Dijérase que la habitación se había quedado a oscuras."
 Jane durante toda la historia se muestra sola y casi buscando desesperadamente alguien con quien compartir una amistad, y por eso se exalta tanto cada vez que algún personaje se muestra mínimamente afectuoso con ella
 En cuanto llega al colegio conoce a Elena y, por primera vez, lo que es tener una amiga. Ella no sólo la trataba amorosamente sino que, sus enseñanzas constituyen un quiebre y momento de inflexión en la vida de Jane, sobre todo tomando en cuenta que tristemente debe separarse de ella ya que muere muy joven. En el colegio también se encuentra con otras almas amables entre sus compañeras y el resto del personal educativo, y cuando la que ella más apreciaba abandona la institución, ella se siente perdida, por decirlo de alguna forma.. en sus palabras puede verse cuánto se apoyaba ella en su amiga, la señorita Temple
  Al principio creí que sólo me hallaba triste por la pérdida de mi amiga. Pero al cabo de mis reflexiones llegué a otro descubrimiento, y era el de que, desaparecida Miss Temple y, con ella, la atmósfera de serenidad que la rodeaba y que yo asimilara, se esfumaban también todos los pensamientos y todas las inclinaciones que el contacto con ella me produjeran, y volvía a sentirme en mi elemento natural y a experimentar las antiguas emociones. Hasta entonces, mi mundo había estado reducido a las paredes de Lowood y mi experiencia se constreñía a la de sus reglas y sistemas. Más ahora recordaba que había otro mundo, y en él un amplio campo de esperanzas, sensaciones y goces para quien tuviera el valor de arrastrar sus peligros.
 Cuando llega a Thornfield (al igual que en el resto de la novela) se muestra ampliamente agradecida por simplemente todos aquellos que la tratan con amabilidad,  como es el caso de la señora Fairfax, aunque con ésta al igual que con otros personajes posteriores, nunca encuentra una amistad profunda, alguien que realmente la entendiera y compartiera sus profundos, oscuros y secretos pensamientos
A medida que iba caminando me sentía más contenta, hasta el punto de que más de una vez me detuve para preguntarme el motivo de tal alegría, ya que, en realidad, no me dirigía a mi casa ni a un lugar donde me aguardasen con impaciencia amigos cariñosos. «Mrs. Fairfax me acogerá con una tranquila sonrisa y Adèle me tomará las manos y comenzará a saltar cuando me vea -pensé-, pero la verdad es que ellas piensan en cosas distintas de mí, como yo pienso en cosas distintas de ellas.»
Todo cambia cuando el Señor Rochester llega a su vida. Siempre se muestra rodeado de un halo de misterio, como si fuera difícil para quien está leyendo la novela, y creo que para la misma Jane también, lograr descifrar realmente su carácter..
Pero desde el primer momento parece ser que es él quien siente hacia ella esa compatibilidad y continuamente busca darle charla, estar cerca, al punto de que en muchas situaciones se encuentra contándole secretos a los que Jane ni siquiera sabe muy bien cómo reaccionar.
La relación de Jane y Edward Rochester transcurre transformándose lentamente en una linda y profunda amistad, y casi en el mismo momento en que ella se da cuenta de ello descubre también, que lo ama.
La espontaneidad de sus maneras me libró de la molestia de sentirme cohibida, y la amistosa franqueza, tan correcta como cordial, con que me trataba, me impresionó. Al poco tiempo experimentaba la impresión de que Rochester era más bien un amigo que un amo, aunque a veces me tratara con imperio. Pero no me molestaba, porque comprendía que tal era su costumbre. Sintiéndome más feliz, más interesada en la vida, mejor tratada, me encontraba más a gusto de lo habitual. Los vacíos de mi vida se llenaban y, físicamente, también mejoré: estaba más gruesa y más fuerte. ¿Me parecía feo ahora Mr. Rochester? No, lector, la gratitud, unida a cuanto veía en él, todo bueno y genial, hacían que su rostro se me figurara lo más agradable del mundo. Su presencia en una habitación parecía alegrar y caldear la atmósfera mejor que el más brillante fuego. (...) Su pena, cualquiera que fuese, me apenaba a mí y hubiera dado cualquier cosa por poder mitigarla.
Hay un momento en que Jane debe volver a la antigua casa donde vivió con su tía, ya que ésta la manda a llamar para hablar con ella antes de morir, y debe pasar los días rodeada de sus "primas" quienes en su niñez fueron sólo una causa de sufrimiento más.Antes de partir el momento de la despedida con Rochester es, aparte de tiernamente cómico, muy interesante. El siguiente fragmento pertenece a esos días de estadía con sus primas:

"Una mañana comencé a dibujar un rostro, sin preocuparme de lo que pudiera resultar. Tomé un lápiz blando, de punta ancha, y comencé a trabajar. A poco, había trazado una frente amplia y saliente, y el contorno de una cara cuadrada. El principio me agradó y comencé a completar las facciones. Bajo aquella frente se imponían unas cejas horizontales reciamente marcadas, a las que habían de seguir, naturalmente, una nariz enérgica, de amplias ventanas, una boca flexible y una firme barbilla con un bien definido hoyo en el centro. El conjunto necesitaba, evidentemente, patillas negras y cabello negro, formando dos tufos en las sienes y ondeado por arriba. Los ojos habían quedado para lo último, por requerir un trabajo más esmerado. Los hice grandes, muy sombreados, con largas pestañas y pupila ancha y brillante. Mirándolo, pensé: «Está bien, pero no produce un efecto completo. Necesita más fuerza, más alma.» Un par de toques, que dieron a las sombras más oscuridad y a las luces más brillo, completaron felizmente el trabajo. Tenía el rostro de un amigo ante mis ojos. Por tanto, ¿qué importaba que aquellas dos jóvenes me volviesen la espalda? Me sentí absorta y contenta y sonreí contemplando el dibujo."

"-Pase, Jane -dijo, separándose a un lado del portillo-, pase y descanse sus piececitos fatigados en la casa de un amigo."
Son las palabras con que la recibe al volver
"¿A mí? -exclamé, empezando a creerle, en vista de su apasionamiento y, sobre
todo, de su ruda franqueza-. ¡A mí, que no tengo en el mundo otro amigo que usted, si
es que usted se considera amigo mío, y que no poseo un chelín, no siendo los que usted me paga!"
Es lo que ella contesta ante su propuesta de matrimonio

Para mí Rochester y Jane son dos almas afines que se buscaron por tanto tiempo, que al encontrarse finalmente no pueden, según las convenciones, darse el lujo de disfrutar plenamente la una de la otra.
Lo que yo siento es que no sólo Jane era quien necesitaba y buscaba una amistad, una conexión, esa conexión que logra con Rochester, sino también el mismo Rochester en persona, sólo que pareciera que él tenía muy en claro que esa búsqueda iba también ligada a una búsqueda más básica: la de una esposa, una compañera de vida.
 Cuando él le hace un resumen de su historia a Jane, luego de que se descubriera toda la verdad, se puede ver que era simplemente un joven que debió pasar sus días entre una familia que, primero y principal lo consideraban tanto que no querían que heredara la fortuna y que lo hicieron casarse con una mujer que... bueno para qué ondar en detalles, pero en la que ciertamente no encontró alguien con quien compartir sus pensamientos, sus reflexiones, su ser... su vida. En los sucesivos años él mismo se describe como una persona que vagó por el mundo buscando "ese alguien"
Él también buscaba una amistad, y es precisamente así como él hace que la relación con Jane se desenvuelva; tal es así que infinidad de veces leemos que él simplemente la llamaba "amiguita mía".
Ahora ¿Por qué digo que era amistad lo que de verdad él anhelaba de Jane? (porque bien podría decir que la anhelaba, no sé, de forma física solamente, "lujuriosa" pero no) digo que era su amistad lo que él quería, o dicho en sus propias palabras "su alma", porque en su "coqueteo" aquel período en que él quiso saber si ella era la indicada, lo que hacía era contarle sus secretos, sus reflexiones, "filosofar con ella", diría yo hoy por hoy..
Como él mismo lo expresa, no era su parte carnal la que más deseaba, sino su alma
"-Nunca he visto -rugió él, rechinando los dientesnada a la vez tan frágil y tan
indómito. En mis manos es como una caña que puedo romper con los dedos. Pero ¿qué
gano con quebrarla, con aniquilarla? Ahí está su mirada, su mirada resuelta, libre, feroz,
triunfante. Con su envoltura carnal puedo hacer lo que quiera, pero lo que habita en ella
escapará siempre a mi voluntad. Y es su alma, su alma enérgica y pura, lo que yo deseo
de ella, no sólo su cuerpo."
 Yo encuentro a ambos personajes semejantes en espíritu; de distinta forma pero ambos en su oscura soledad, con un triste pasado. Encontraron uno en el otro quien los llevara hacia la luz...
-¿Cómo era su conciencia a los dieciocho años, señor?
-Como la de usted: limpia y clara, sin que una sola gota de agua turbia la hubiese
contaminado aún. Yo era como usted, igual que usted. La naturaleza, señorita, me
inclinaba a ser un hombre bueno, y ya ve usted que no lo soy. Está usted pensando que
me adulo a mí mismo: lo leo en sus ojos, y yo comprendo enseguida ese lenguaje...
Quizás sea por eso que adoro tanto esta historia de amor entre estos protagonistas, porque siento que representan lo que realmente el amor debiera ser: ese oasis en medio del desierto de la soledad de una persona, esa personificación de todos los afectos cariñosos que el ser humano desea recibir y a la vez dar. Tener a alguien a quien amar debiera ser visto como el privilegio de poder compartir la vida, los pensamientos, los secretos, las dudas con alguien que puede llegar a comprenderlos.
Rochester y Jane no encontraron uno en el otro quien solucionara sus tristezas, sino simplemente alguien con quien compartirlas, y eso de por sí, las mitiga.

"-Amiguita mía -dijo-, quisiera estar solo con usted en una isla desierta, lejos de turbaciones, peligros y odiosos recuerdos." Edward Rochester a Jane Eyre

jueves, 17 de noviembre de 2016

Me alegro


A veces las pocas e inentendibles palabras que escribo resultan ser el reflejo de un estado de ánimo tan pasajero que me pareció conveniente dejar constatado que lo siguiente fue escrito hace unos días atrás y quizás no represente en absoluto los sentimientos del día en que lo publico.


Me alegro de ser, aunque no de lo que soy
Me alegro de estar aunque no del dónde estoy
Me alegro de existir, aunque no de mi existencia
Algún día, quizás, supongo y espero
alguien notará quién soy, mi existencia y dónde estoy
Y alegría compartiremos

domingo, 30 de octubre de 2016

sentidos

Ella no puede ver los colores, porque le taparon los ojos hace mucho tiempo
No puede apreciar los sabores porque siempre le han dado hiel
No puede oír con claridad porque los gritos la aturden
No puede sentir el aroma de una flor porque a su alrededor todo es putrefacción
No puede recibir una caricia porque los golpes han formado costras en su piel
Y se pregunta por qué nadie la entiende
cómo podría demostrarles lo que ella vive
de qué forma traspasar su propia frontera, aprender el idioma que los otros hablan 
para explicarle al mundo que su vida duele 
que sus sentidos no sienten como los del resto
que su ser entero se desmorona mientras en silencio observa cómo la vida del resto continúa 
en una especie de realidad ajena, que ella cree nunca experimentará.

martes, 9 de agosto de 2016

Mi cabeza en la almohada

Antes de apoyar mi cabeza en la almohada unas palabras de consuelo
una buena dosis de realidad
mezclada con esperanza
una melodía que se escuche entre tanto ruido
una voz que me diga lo que ya sé,
que me convenza de que todo está bien,
de que este fue sólo un día más
y no hay motivo para que la paz
no dure más
que lo que dure mi cabeza en mi almohada

martes, 22 de marzo de 2016

Golpe

Sus manos inquietas, apuradas por un reloj que no dejaba de hacer tic tac, intentaban llevar en ellas todo lo que debía cargar en el auto. Siempre cargaban lo que debían y aún más; quizás llevaban cosas que otros debían cargar. Intentó abrir el baúl del auto y nos papeles se le resbalaron y rodaron por el piso. Cuando se agachó a recogerlos la puerta comenzó a cerrarse y el vértice fue a dar justo con su cabeza, eclosionado en ella y causándole un dolor agudo.

 Olvidando todo se arrodilló junto al neumático, aturdida por el dolor punzante, tomando su cuero cabelludo entre sus manos.
 Y entonces fue cuando se permitió llorar. Lloró como hacía años no lo hacía, como lo hubiera hecho cuando era niña, con lágrimas y espasmos. Simplemente se sentó junto al auto y dejó que las gotas saladas humedecieran su rostro. Lloró no sólo por ese golpe, sino por todos los golpes que nadie podía ver. Golpes que la vida le había dado, que no hacían sangrar.
 ¿Quién le había enseñado que estaba mal que un adulto llorara? ¿acaso sentía menos dolor que el que hubiera sentido años atrás? No, de alguna forma sabía que conforme pasaban los años sus golpes pesaban cada vez más, y que se acumulaban en su alma con el tiempo, ciñéndose a ella como con garras que se le clavaban por dentro... y la única razón por la que se permitió llorar fue porque sintió que, así como cuando era niña, de alguna forma las lágrimas hacían que el dolor se fuera un poco.

martes, 23 de febrero de 2016

Perdida

Nada queda en mí que pueda reconocer
porque doy dos pasos y me pierdo
En cada esquina donde creo encontrarme me vuelvo a perder
Y cuando creo que sé todo hay algo nuevo por saber
algo vuelve a mostrarme que no estoy aquí
cuán poco me conozco
y cuán lejos estoy de mí
Y me pierdo y me hallo
en nuevas formas de que no concibo
si alguien pregunta por mí
díganle que ya me he ido
y seguiré yéndome si sigo así